¿Tienes una cafetería? ¿Qué tipo de café que utilizas?¿Estás contento o contenta con él? Nuestro primer contacto con el café, antes de poner en marcha Kaitxo, comenzó cuando montamos, hace ahora 10 años, una cafetería, Skamata, en Balmaseda (Bizkaia). Al principio, el café era un producto más al que no le dábamos la importancia que se merecía.

Nuestro primer error fue dar entrada a una marca de café comercial, con la que nos comprometimos sin leer la letra pequeña del contrato. Sin darnos cuenta, debido a la escasa experiencia y a otros factores, con su atractiva oferta aceptamos su política de franquiciado, a cambio de una cafetera y molinillos. Y de repente, nos encontramos sujetos a esa marca y producto durante el tiempo que marcaba el contrato, sin poder cambiar. Y como si de un móvil se tratase, te encuentras atado a esa marca, donde no sólo no te regalan nada sino que acabas pagando íntegramente la máquina y el molinillo. Eso sí, en cómodos plazos o, lo que es lo mismo, kilo a kilo.

¿Y qué importancia tiene el café en tu negocio? Ahora sé que es vital. Es más, si lo piensas el café es de las pocas cosas, además de la comida, en las que nuestra mano influye directamente sobre el producto. Lo transformamos, manipulamos y alteramos influyendo en su calidad y sabor final. En otros productos como refrescos, cerveza o vinos no sucede lo mismo. Podemos adornarlos pero su sabor no cambia. Sin embargo, el café es otra cosa.
Por eso nos preguntamos ¿por qué atarnos a un café comercial y a un sabor estándar de por vida, cuando podemos descubrir muchos tipos de cafés diferentes, con diferentes orígenes, sometidos a diferentes procesados y tuestes?¿Por comodidad tal vez? Lo que está claro es que optar por el café de especialidad quizá sea recorrer un camino más difícil y caro, ya que que tenemos que invertir en maquinaria y la materia prima tiene un coste más elevado. Puede que estés convencido de que tú café habitual es de buena calidad y no quieras cambiar o abrirte a descubrir nuevos cafés. Pero tengo que decirte que yo era de esa opinión hasta que por fin, hace unos años, por dudas sin resolver adecuadamente sobre extracciones con mi tostador (bendito problema) y por querer mejorar mi café, decidí formarme como barista con Kim Ossenblok, autor del libro “Al grano”, con quien descubrí y aprendí muchas cosas. Algunas de ellas: un café no tiene por qué ser amargo, cada café tiene su propia receta para poder obtener de él los mejores resultados o el molino se debe ajustar todos lo días. Por aquel entonces llegué a una conclusión que espero os resulte útil: un café no es simplemente comprar una marca, meterlo al molinillo y listo. Un café es una fruta que se altera día a día. El tiempo y los factores ambientales le afectan y nosotros los profesionales de detrás de la barra, tenemos que estar capacitados para controlarlos. ¿Sabías esto? Si es así, eres de las personas que buscan ofrecer el mejor producto, el mejor café. Por ello, estáte alerta e intenta no caer en las redes del café comercial. Ten la libertad de cambiar de café cuando quieras y ofrecer el producto que más te interese.

Desde mi propia experiencia, te recomiendo que pruebes a introducir lentamente el café de especialidad en tu negocio, como algo alternativo sin eliminar el que tienes. Te sorprenderá ver cómo responden tus clientes. Pasado un tiempo ya nos contarás tu decisión final. Está en tus manos.
Si está pensando en montar tu propia cafetería investiga, pregunta, fórmate, y sobre todo prueba, prueba y sigue probando café. Y todo ello, desde la libertad que te da un negocio libre de condiciones en el que puedas elegir el producto que quieres ofrecer.
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